No creo en la iglesia, ni en su gran proyecto.
Pues se basa en el afecto, no en el trayecto.
¡El camino que se recorre es incierto!
El dogma confunde, se malinterpreta;
es víctima y a la vez causante de disputas.
Creencias. Creo yo que érase antes solo una.
Creencias. Creo yo que érase antes solo una.
Pues por siempre, pasado y presente,
existirá tan solo un pozo:
Un extraño pozo de agua pensante.
Pozo con sabias palabras,
con agua sabor a entendimiento,
y una posible mezcla de espiritualidad y razón
tan embriagadora como un seco ron.
Quién no anhelaría saber qué más hay en su interior.
Deseoso, cada cual hoy anda con jarrón propio;
caprichoso, cada uno con su cuerda personal;
ansioso, cada cual con su respectivo balde;
codicioso, cada uno con insuficiente fuerza,
para cargar la enigmática carga, con extrema delicadeza.
Por todo ello, aún sufrimos polidipsia, y exasperados,
aún nos amarramos al cuello, esa misma cuerda.
Hay un algo que hace falta, que no llena, y ello se nota.
Sé que el vacío queda, nunca muda.
Algarabía. He ahí el problema principal.
Noto hoy a cada cual, aprovechando en cuanto puede,
estirando más de lo que puede y debe,
para rozar la profunda, aparentemente escasa,
fascinante agua. Las gota que se obtiene,
nos es obviamente suficiente en nada.
¿Razón? Es aparente,
Es la gran cantidad de cuerdas el mayor estorbo.
¿Se imaginan acaso, el extraño caso de enlazar el largo de cada una?
¡Cuanta sed se apaciguaría!, ¿se imaginaría?
y con más de únicamente un par de brazos.
Todo ello, aplica en lo diario,
religioso, espiritual, o extraordinario.
Veamos que cada vez hay más autos,
¡pero cada uno le pertenece a solo uno!
Que cada uno dispone de un reloj de mano,
pues, prefiere evitar levantar su mirada,
y darse cuenta, de esta manera, si es de noche o mañana.
Cada cual, en su cubículo preferencial.
¡Qué ligereza de pensar!,
pues lloramos y quebramos,
cuando en la cuenta nos damos,
que no hay nadie más que el viento frío,
quien nos susurre al oído.